
Campo fértil
Vivimos asombrados en el vértigo de la tecnología, en un fascinante universo de competencia, comunicación, computadoras, internet, engines, celulares. En lo superficial, a la vista de todos, un dragón chino, formado por cientos de drones, ondulando en armoniosa perfección y colorido, por el cielo. En lo oculto, las armas que deben poseer los países que dominan al planeta. Telescopios en el espacio, sondas a lo más profundo del universo; otras, con ojos a la Tierra; microscópicas cámaras de televisión que pueden navegar por el interior del cuerpo humano…; en los tres últimos lustros, la humanidad se disparó en un proceso evolutivo insospechado.
La esfera deportiva se desliza dentro de la acelerada corriente; la tecnología le ha dado un empuje que se traduce en récords mundiales, máquinas con mayor potencia en cielo, mar y tierra; trajes de baño turbo con menor rozamiento en el agua y capaces de reducir el volumen corporal de los nadadores; zapatillas diseñadas con alas de Hermes. En el deporte casi todo es más. Pero acaso en ninguna otra actividad se han logrado tantos avances con la tecnología que en el ajedrez. Las computadoras, el internet, los engines han transformado el juego y su estrategia, en una forma dinámica, revolucionaria y acaso con mayor pureza -sin la artificialidad de añadidos- que ha modificado el terreno de la pedagogía, sus métodos, produciendo y desarrollando el aprendizaje y la calidad competitiva a edades más tempranas. La ciencia y la tecnología no encontraron campo más fértil que en el ajedrez. Música, matemáticas y ajedrez son tres universos en los que se manifiestan la genialidad, creatividad, precocidad, del ser humano. Con el respeto a la ciencia y el arte, a los gigantes del pensamiento y la sensibilidad, lo que ha logrado la tecnología en el ajedrez es incomparable.
Nos referimos, naturalmente, a la esfera agonal. Se sabe que Bertrand Russell, a los 11 años de edad, conocía y se había sumergido en Los Elementos de Euclides. Otros absorbieron la belleza y profundidad de la geometría con el fin de elaborar complejas teorías en matemáticas y física. Lo que presenciamos ahora en el ajedrez es que se abrió la botella del genio de la combinación y brotaron racimos de niños que han tocado la cumbre del Everest en menos tiempo que el que emplearon en escalarlo Capablanca, Rubinstein, Alekhine,… ¡Alégrate lector! Vives la época más trascendente de la historia en ciencia, tecnología, ajedrez. Ciertamente no es sólo la modernidad lo que influye en este progreso. No confundamos desarrollo de la inteligencia con el servicio que brinda la modernidad. El entorno, la cultura, la tradición. La posición económica, geográfica. La aspiración de ser. La obsesión de descubrir, de perfeccionarse. La adaptación a la lucha. A diferencia de otras actividades, en el ajedrez, los cientos de partidas que se pueden jugar en tan corto tiempo, y quedar grabadas indelebles en la mente; chunks, en el arte de la defensa y del ataque. “La vida –dice Willy de Winter– es la interrupción insípida de una partida de ajedrez”.
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