Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Globo en picada

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De nuevo, como en aquellas películas de Hollywood de la II Guerra Mundial, se escucha el angustiante ulular del avión japonés que cae en picada y se hunde en las profundidades del océano Pacífico. De nuevo la brutal sacudida y vuelta a la realidad de la Selección Mexicana de Futbol tras el 2-0 que le encajó Honduras el viernes en Tegucigalpa. El Tri entra por enésima ocasión en barrena. Divertido el espejismo fantasioso de algunos paleros que inflan el globo por un empate ante Alemania y al confundir por ignorancia o deliberadamente el continente con el contenido y que sólo el nombre de la oncena europea evoca la tradición, la gloria y la calidad victoriosa de los astros legendarios, ubicuos en tiempo y espacio, Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Lothar Matthaus, Rummenigge, Klinsmann, con el arquero Sepp Maier, dirigidos por Sepp Herberger; y todo el conjunto empapados, ¡zas!, de la filosofía del superhombre de Nietzsche. La ignorancia, la estolidez y la soberbia con el palerismo rampante glorificó varias semanas el empate a dos goles en un partido sin mayor trascendencia, y el criterio optimista e irreflexivo elevó a los ratones verdes al nivel de los cracks germanos. Bombardearon al Tri en elogios y se envió a la crédula manada un mensaje de tremendismo, como corresponde a los países que cultivan la bárbara tradición de la fiesta de toros. No les cabe en la mente la posibilidad de que la selección pueda caer ante un cuadro centroamericano. Hace cuántas décadas hemos expresado y reiterado que la Selección Mexicana de Futbol es la única en el mundo que gana todos sus partidos… antes de que se jueguen. (Se cumplen 93 años de que el Tri no alcanza el quinto partido). La reacción y la atmósfera que se vive en el futbol es como si la derrota ocurriese por vez primera. Crisis, fracaso, vergüenza, los lamentos de siempre, las soluciones al vapor… El entorno del futbol es de deseos. De creer que ya se es lo que se aspira y quiere ser, y nunca se ha alcanzado. La baja o mediocre calidad del futbol mexicano se debe a la conjunción de varias situaciones. La primera, en importancia acaso, su posición geográfica que le ha impedido el roce frecuente ante escuadras de superior nivel, como en Europa, con superior cultura deportiva, y en Sudamérica. No se asienta que no haya progresado. Pero sus avances son modestos debido a la ausencia de la competencia de alta clase. Su nivel ocupa un plano inferior al de varias disciplinas olímpicas nacionales. Como ocurre en otras actividades deportivas, los entrenadores mexicanos lo saben todo, pero nunca lo demuestran; esencialmente porque trasmiten de generación en generación vicios de enseñanza, de técnica, preparación, estrategia. El futbol local es un cuerno de la abundancia en lo material y económico, pero no es el freno de oro lo que hace mejor al caballo, lo dijo Séneca. Los jugadores entrenan en zona de confort. La codicia y el franco rechazo a la cultura agonal de los dueños de equipo cancelaron la competencia al eliminar el ascenso y descenso. Cero lucha por objetivos de superación.

 

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