Pelé en México 70’: goles, gloria y el cariño de un país anfitrión

Edson Arantes do Nascimento encontró en México 70 su consagración final al ganar su tercer Mundial y el corazón de un país

Fotos: Archivo Histórico Excélsior
Fotos: Archivo Histórico Excélsior

Previo a la celebración de la primera Copa del Mundo en nuestro país, Edson Arantes do Nascimento no tenía el entusiasmo que se esperaría al encarar su cuarta justa mundialista. Incluso el desánimo era alimentado por el contexto social de la dictadura militar en Brasil.

     Pero no podía faltar a la cita con la historia. La inmortalidad lo esperaba en México y las expectativas de un Mundial que presumía las puertas de un futbol moderno, por la serie de innovaciones implementadas.

     Volvió a sonreír. Fue el consentido de la afición mexicana que no paraba en obsequiarle sombreros en cada interacción desde la concentración en León, Guanajuato, y en los encuentros disputados en Guadalajara,

    También México 70’ significó levantar su tercer título mundial. Con 30 años de edad, el Rey Pelé se erigió como una leyenda viviente, con seis partidos disputados y cuatro goles, uno de ellos contra Italia y con el que condujo a Brasil a la gloria de ganar el campeonato.

    Dios sabe a quién da las cosas, me dio el don de jugar futbol. Espero llegar a los 70 años y hablar de futbol con la misma alegría que juego”, fueron declaraciones que Pelé otorgó en entrevista a Excélsior, el 15 de mayo 1970.

     El 3 de junio fue el debut, ante una Checoslovaquia que tomó la delantera con un tanto de Petrás (11’), en el Estadio Jalisco. Pero sólo fue una invitación a la remontada brasileña (4-1) y en la que participó Pelé (59’), al romper la paridad conseguida por Rivelino (24’); Jairzinho, con doblete, selló los primeros tres puntos.

    En el segundo juego de la fase grupal, Brasil derrotó con dificultad a Inglaterra (1-0) ante la mirada de más de 66 mil espectadores en el Jalisco, testigos de un momento que quedó para la historia y en el que Pelé fue parte.

Imagen intermedia

      Pelé cazaba su segundo gol del torneo. En un servicio al área, se elevó y de cabeza buscó clavarla pegada y abajo del palo derecho de Gordon Banks. El meta británico maravilló con sus reflejos, para evitar con la diestra el tanto picado del entonces mejor futbolista del planeta.

     Al final de cuentas, el embate contra el conjunto de los Tres Leones lo resolvió Jairzinho (59’), aunque el resultado fue lo de menos ante lo mediático que resultó ser el instante en que Banks opacó a Pelé.

En el cierre de grupos, el Rey sacó a relucir la corona. Hizo el desquite contra las redes de Rumania, en el Jalisco.

     En la victoria brasileña por 3-2, Pelé complació a los presentes con un doblete (19’, 67’) y alimentó el favoritismo  con el liderato del sector.

     El fenómeno de Pelé en México, sobre todo en tierras tapatías, marcó el discurrir de las semanas. En el Teatro Anda de Guadalajara, los empleados colocaron un aviso de que no trabajarían por ver a Pelé.

     En los cuartos de final y semifinal, Brasil se mantuvo en el Estadio Jalisco, escenario que no dejaba de borbotear en cada acción del Rey Pelé, pese a que no anotó en los triunfos ante Perú (4-2) y Uruguay (3-1).

     Qué mejor despedida de los mundiales para Pelé que la Selección de Italia como rival en la final. Más de 107 mil aficionados vieron y celebraron la consagración de Pelé con su tercera copa del mundo, en el Estadio Azteca.

   El histórico dorsal 10 hizo los honores al marcador, a los 18 minutos. Tostao sirvió en corto un saque de manos que dejó botando en sector izquierdo del rival. Rivelino llegó y de primera centró hacia los linderos del área chica. Pelé superó el marcaje personal y de cabeza conectó el gol. El portero Enrico Albertosi se lanzó a su costado izquierdo, pero la esférica enviada por la leyenda ya tenía su designio.

   Lo igualó Boninsegna (37’), pero el Brasil de Pelé tenía que llegar a su pedestal. Lo hizo en un partido que elevó la tensión, que por fin se mostraba ríspido, explosivo ante cualquier provocación. Toda una faena para el silbante Rudy Gloeckner.

    Fue evidente que no sólo los brasileños en las tribunas lo vivían al máximo. La fanaticada local estaba entregada a Brasil y al astro Pelé. Furiosos con todo aquel que se atreviera a dañarlo, como Domenghini, quien en el contragolpe fue alcanzado por Pelé.

    El italiano, al sucumbir ante la presión, arremetió contra Pelé con un golpe en la cara. Tendido sobre el césped para consumir tiempo, Luigi Riva se atrevió a reclamar su caída, mientras el resto de la Azzurra buscaba devorarse entre la frustración al árbitro.

    Y de la mano de los goles de Gérson, Jairzinho y Carlos Alberto, Brasil proclamaba su reinado mundial y el de Pelé, cargado en hombros con el infaltable sombrero charro en los festejos de un Mundial memorable.

 México 70 fue más que una despedida para Pelé en los Mundiales. Jugarse la gloria en nuestro país fue medicina para el alma: “El premio no es el trofeo, es el alivio”, dijo aquel 21 de junio tras alzar  la Copa Jules Rimet en el Azteca.

 

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cva

 

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