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Inspirado en la protesta, en el movimiento caótico de la Ciudad de México y en sus personajes más vulnerables, el grabador Noel Rodríguez (CDMX, 1983) exhibe 15 obras, que van del grabado a la pintura, como parte de la exposición Graffika Urbana. Ciudad contrastada, que inauguró en la Galería Rafael Coronel Arroyo, ubicada en la colonia Cuauhtémoc.
La muestra, que permanecerá abierta hasta finales de junio, hace énfasis en la tradición del grabado mexicano que ha acompañado a los movimiento obreros y estudiantiles y, en esencia, parte del concepto general de gráfica urbana que habla sobre la ciudad, a partir de algunas vivencias del artista.
“En esta muestra estarán algunas de las piezas más emblemáticas de mi trabajo. Por ejemplo, México, DF, que, en general, engloba el concepto que manejo de gráfica urbana”, dice Noel Rodríguez en entrevista con Excélsior.
Esta pieza, añade el artista, “es un tríptico que retrata a la ciudad en la hora pico y la escena se sitúa dentro de un automóvil, como si el espectador fuera el conductor, que habla de mi perspectiva de la ciudad y también habla de los privilegios de los automovilistas”.
La muestra también incluye piezas como Siempre esperando, Una canción para el amor y Ohnomatopeya, así como algunas exploraciones pictóricas.
“Esas pinturas las hice antes de que yo me adentrara en el grabado y fueron mi primer acercamiento al blanco y negro; son pinturas en acrílico, como proyecciones que realicé como tipo esténcil, pero manejadas como halftone”, explica el creador que tiene obra en el EastSide Arts Alliance, en Estados Unidos.
¿Cómo asimila su obra el trabajo del Taller de la Gráfica Popular?, se le pregunta a Noel Rodríguez.
“Es un compromiso bastante grande el hecho de poder hacer gráfica en este momento y el tener hasta ese privilegio de dedicarme a ello. Así que es un compromiso total, porque, de no hacerlo, sería como desechar toda esa historia y toda esa lucha que ya han hecho un montón de gente.
“En mi caso, me avoco al grabado porque las imágenes están pensadas para insertarse en la calle, para hacer una intervención urbana, porque lo que también hago es imprimirla sobre papel revolución y la pego con engrudo, como antes lo hacía el TGP”.
¿Considera que el grabado aún es ese vehículo de protesta y denuncia social? “Sí lo veo así, aunque también pienso que el grabado ha sido copado, creo, por esta necesidad de sobresalir, porque mucho del trabajo se ha volcado hacia lo banal, al mexican curious, al igual que el grafiti.
“Por eso me parece importante mantenerme firme en la idea de reivindicar tanto las luchas sociales como el grabado, para que no se pierda el sentido de esa tradición”.
¿Qué le permite la intervención urbana? “Lo principal es devolverle a la calle lo que me alimenta. Para mí, es como un reflejo de lo que veo, como si colocara un espejo y entonces se proyectara lo que yo vi y, entonces, las personas que transiten por ahí lo vean y hasta se sientan identificados o puedan llegarse a cuestionar su trasfondo. Por eso trato de hacer crítica social y siempre mostrar los contrastes sociales”.
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