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Geert Wilders 'tumba' el gobierno de Países Bajos, y va por elecciones

El líder ultraderechista rompió la alianza por disputa migratoria y precipita elecciones anticipadas, agitando la política de la quinta economía de la UE.

Diego Morato |
Geert Wilders, líder del partido ultraderechista neerlandés PVV. (AFP)
Geert Wilders, líder del partido ultraderechista neerlandés PVV. (AFP)
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La frágil coalición de derechas que gobernaba Países Bajos duró apenas 17 meses. El martes por la noche, el líder populista Geert Wilders retiró a su Partido de la Libertad (PVV) del gabinete, alegando que sus socios se negaron a cumplir la promesa de convertir al país en “el más estricto de Europa en materia de inmigración”.

"No hay firma para nuestros planes sobre asilo... El PVV deja la coalición", escribió Wilders en la red social X, denunciando la lentitud del Ejecutivo para aprobar “la política de migración más estricta” de la historia neerlandesa.

Con esa frase, el hombre apodado el “Trump neerlandés” detonó la cuarta caída de un gobierno en La Haya en menos de una década y allanó el terreno para elecciones anticipadas este otoño.

El primer ministro tecnócrata Dick Schoof calificó la decisión de "innecesaria e irresponsable" y dijo que presentará la renuncia de los cuatro ministros del PVV al rey Guillermo Alejandro en las próximas horas. "Permaneceré de forma interina (...) hasta que se forme un nuevo gobierno, porque la vida en los Países Bajos y en el exterior sigue", declaró Schoof ante periodistas.

Una apuesta electoral calculada

Wilders, de 60 años y parlamentario desde 1998, cree que la crisis jugará a su favor. "Tengo la intención de convertirme en el próximo primer ministro. Voy a hacer que el PVV sea más grande que nunca", dijo a los reporteros que lo esperaban en el Binnenhof, el complejo medieval que alberga el Parlamento

Las encuestas sitúan a su partido primero desde las legislativas de noviembre de 2023, pero su popularidad ha cedido algunos puntos mientras los holandeses se preocupan por la vivienda y el coste de vida.

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Simón Otjes, profesor de política neerlandesa en la Universidad de Leiden, resume la jugada: “Wilders está intentando que la inmigración vuelva a ser el tema central en las próximas elecciones”.

Su plan—cerrar las fronteras a solicitantes de asilo, endurecer las deportaciones y prohibir la reunificación familiar—choca con normas de la Unión Europea y la tradición humanitaria del país. Aun así, le ha rendido réditos electorales entre votantes que asocian la presión migratoria con el incremento de alquileres y la saturación del sistema sanitario.

El divorcio de la coalición

Formado en mayo de 2024, el gabinete era un mosaico de cuatro partidos: el PVV; el conservador VVD del ex-premier Mark Rutte; la joven formación agraria BBB; y el partido cristianodemócrata NSC. La alianza nació después de que los socios vetaran a Wilders como primer ministro por sus antecedentes antiislámicos, y nombraran a Schoof—exjefe de inteligencia—para unificar criterios.

Pero esa convivencia nunca fue cómoda. En abril, Wilders ya había advertido: "Nuestra paciencia se está agotando" si no se materializaban sus exigencias de “cerrar las fronteras a los solicitantes de asilo… No abramos más centros de asilo. Cerrémoslos”. El martes, el ultimátum se concretó tras negociaciones de última hora que terminó sin acuerdo. «Acabo de informar al primer ministro de que… ya no podemos seguir asumiendo responsabilidades», anunció Wilders.

Las otras tres fuerzas de gobierno se declararon “enfadadas y perplejas”. Un alto cargo del VVD dijo que la ruptura “mina la confianza internacional una semana antes de que La Haya acoja una cumbre de la OTAN sobre defensa aérea”. El líder de la alianza progresista GroenLinks-Partido del Trabajo, Frans Timmermans, calificó la maniobra de Wilders de «golpe de teatro cínico» y pidió comicios “lo antes posible”.

En los sondeos, la coalición verde-socialdemócrata recorta distancias, mientras que el VVD, aún poderoso en municipios del cinturón rico, podría fungir de árbitro tras las elecciones. “Será difícil para Wilders formar mayoría”, vaticina Joep van Lit, politólogo de la Universidad Radboud. “Los partidos del centro y la izquierda descartan cooperar con él, y su abrupta salida genera desconfianza incluso entre potenciales aliados”.

¿Qué implica la 'jugarreta' de Wilders?

La caída del gobierno neerlandés llega en un momento en que la ultraderecha avanza en el continente. Chega fue segunda fuerza en Portugal en marzo; la AfD alemana rozó 21 % en elecciones regionales; y Polonia acaba de elegir al nacionalista conservador Karol Nawrocki como presidente. Con Países Bajos—quinto PIB de la UE—entrando en campaña, Bruselas teme que la agenda migratoria eclipse debates sobre competitividad y defensa común.

Los embajadores de Alemania y Francia iten que la incertidumbre podría retrasar la ratificación del fondo europeo de innovación militar, cuyo acto final estaba previsto para la cumbre de la OTAN del 30 de junio en La Haya.

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La disputa migratoria oculta preocupaciones domésticas: escasez crónica de viviendas asequibles, hospitales saturados y granjas sometidas a límites de nitrógeno. Wilders vincula estos problemas con la llegada de unas 42 mil solicitudes de asilo en 2024—“cifra modesta comparada con Alemania o Bélgica”, señalan datos de Eurostat citados por Reuters—, pero sus aliados no aceptaron cerrar refugios ni revocar permisos de residencia a sirios.

Mientras tanto, el crecimiento neerlandés se desacelera al 0,7 % y la inflación se mantiene por encima del 5 %. Para los democristianos del NSC, “la cohesión social peligra más por el encarecimiento de los alquileres que por la inmigración per se”.

¿Qué sigue por ahora?

El Rey Guillermo Alejandro deberá consultar a los líderes parlamentarios y nombrar un “informador” que explore coaliciones viables. Si ningún bloque reúne mayoría, convocará elecciones, probablemente a inicios de noviembre. Hasta entonces, el gabinete en funciones no podrá impulsar nueva legislación, pero sí gestionar asuntos cotidianos y representar al país en foros internacionales.

Wilders, cuyo cabello rubio platino resaltó en la declaración televisada, concluyó con un desafío: “Habíamos acordado que los Países Bajos se convertirían en el país más estricto… pero estamos quedándonos cerca del final”. Su apuesta es que la ira de los electores vuelva a colocar la inmigración en el centro del debate y, esta vez, despeje el camino para que ocupe el torentje, la icónica oficina del primer ministro en La Haya.

La pregunta, como apunta el analista Van Lit, es si los votantes verán en su salida un acto de firmeza o la señal de que la ultraderecha aún no sabe gobernar en un país acostumbrado a coaliciones complejas y compromisos centristas.

dmr

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