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Agua ¿escasez o falta de gestión?; tratamiento, punto de inflexión

Ante sequías e inundaciones, el manejo hídrico se ha convertido en un desafío para México y el mundo, tema en el que el ejemplo de Israel puede servir para hacer frente a la crisis

Olimpia Ávila/Enviada |
Agua
En la planta de Shafdan, un excusado gigante celebra el 100% de tratamiento de aguas residuales. Fotos: Olimpia Ávila
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TEL AVIV.

Mientras que en México el agua representa un desafío, con sequías extremas, por una parte, e inundaciones y afectaciones cada temporada de lluvias, en Israel, cada gota es vista como un oportunidad de crecimiento.

Las anegaciones que en los últimos días han vivido entidades como el Estado de México, Puebla, Morelos y Ciudad de México, con un nivel de precipitaciones que no se había registrado desde 2017, evidencian la urgencia de un mejor manejo del agua residual en el país.

Ante dicha problemática, especialistas coinciden en la necesidad de una mejora en la gestión hídrica, una materia en la que Israel se ha convertido en un referente mundial.

Mientras que en México la precipitación media anual es de 743 mm, en la nación asiática es de alrededor de 400 mm por año. Es por ello que, ante la necesidad, germinó la “cultura de la escasez”. Actualmente, Israel reutiliza 90% de sus aguas residuales, mismas que son tratadas y que se destinan primordialmente a la agricultura.

“En 1994 empezamos a usar aguas residuales. Y desde entonces, estamos usando cada vez más y más aguas residuales y cada vez menos agua potable. Así que éste es el verdadero punto de inflexión. Porque gran parte del agua que se usa en cualquier país, incluyendo México, se destina a la producción de alimentos”, explica Noam Weisbrod, director de los Institutos Jacob Blaustein para la Investigación del Desierto de la Universidad Ben-Gurión del Néguev.

En 1948, la cuota de agua por persona en Israel era de 10 litros. Éstos tenían que alcanzar para beber (2 litros) y cocinar, pero también para la limpieza final de la vajilla, el lavado de frutas y verduras, agua para aseo personal y lavado de ropa; el líquido de estas últimas actividades todavía se destinaba a la limpieza del suelo y, finalmente, al sanitario.

Actualmente, el país ha dejado de ser deficitario en agua e inclusive le vende parte de su producción de desalinización a Jordania.

De acuerdo con la Autoridad del Agua de Israel, todavía en 2005 su principal fuente de agua era el agua natural, con 71% del total, seguida de agua residual tratada (15%); salobre (8%), desalinización de agua de mar (5%) y desalinización de agua salobre (1%).

Para 2021, el uso de agua natural cayó a 42%, mientras que el del agua residual depurada aumentó a 21%; la desalinización de agua de mar creció a 25%; el empleo de agua salobre pasó a 9% y el desagua salobre desalada se incrementó a tres por ciento.

PROBLEMA CULTURAL

Israel ha basado su desarrollo en la innovación y la eficiencia. Sin embargo, para Diego Berger, coordinador de Proyectos Internacionales de Mekorot, la empresa nacional de agua de Israel, “el problema del sector hídrico no es tecnológico, sino de gestión”.

“Israel es la startup nation, todo el mundo viene a comprar tecnología creyendo que van a resolver sus problemas. Digamos que casi 95% de los problemas de agua es un problema de gestión, la tecnología solamente nos aporta un 5%, o sea, problemas que solamente pueden ser resueltos con tecnología. ¿Y por qué viene la gente aquí para buscar tecnología? Porque hacer cambios en la forma y en la cultura de la gente es mucho más complicado que comprar algo que creen que les va a resolver el problema”, indica.

Roni Kaplan, CEO de Conexión Israel en apoyo para el Ministerio de Exteriores, explica en entrevista la importancia cultural del agua en Israel.

“El tema del ahorro de agua es algo que está muy metido acá, muy intrínsecamente dentro de la cultura, porque, al fin y al cabo, la necesidad es la madre de la gestión del agua. Y en un lugar que tiene 65% de desierto, es un lugar que se transformó en el líder mundial en la gestión del recurso hídrico”, afirma.

El agua incluso está presente en las canciones infantiles, con mensajes para ahorrar cada gota, señala.

“Además, también el tema de la lluvia en esta zona del mundo es vista como una bendición, todavía de los textos bíblicos. El agua en sí es una bendición. A veces nosotros lo vemos como un problema, que tenemos lluvia, que se nos inundan las calles; acá la lluvia es bendición”, asevera.

GOBERNANZA, LA CLAVE

El manejo hídrico es vital para Israel, país que, debido a su situación geopolítica, debe poner énfasis en la soberanía alimentaria.

“Tenemos también el tema de que somos un país que estamos relativamente lejos de todo. Nuestros vecinos no siempre son amigos nuestros y no podemos depender que vengan frutas, verduras y cosas básicas… debemos tener por lo menos un poco, no para exportar ni nada, pero tener lo suficiente para sobrevivir en caso en caso de emergencia”, explica George Steiman, del Departamento de Medio Ambiente israelí.

Es por ello que su plan en el tema, con visión de al menos 25 años a futuro, tiene como base cuatro pilares: una medición rigurosa del consumo de agua; la istración del líquido por parte del Estado; una sola autoridad encargada de la gestión del agua, y el autofinanciamiento del sector, sin depender del presupuesto gubernamental, explica Diego Berger, coordinador de Proyectos Internacionales de Mekorot.

Para América Latina, recomienda “reducir la incertidumbre, implementando políticas claras gradualmente, educando, capacitando y ejecutando”.

“Yo siempre digo que América Latina es una de las mayores concentraciones de estudio de factibilidad, de proyectos que nunca fueron hechos… si no haces nada, el problema siempre es peor. No hay problemas que se autosolucionen”, concluye el especialista.

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