Juegos de poder

La bandera mexicana como símbolo de protesta
No nos equivoquemos. Donald Trump es el que está azuzando a los racistas
Leo Zuckermann
Claro que hay muchos hispanos enojados en Estados Unidos, sobre todo los de origen mexicano. Y no me refiero a los migrantes indocumentados, sino los que nacieron ahí, son legítimos ciudadanos de ese país, se parten el lomo todos los días trabajando, pagan puntualmente sus impuestos, participan en las Fuerzas Armadas y, a pesar de todo, los discriminan.
- Las autoridades federales de Estados Unidos están haciendo redadas en lugares donde hay más estadunidenses de origen mexicano para dizque atrapar a indocumentados. A la policía migratoria se le hace muy sencillo realizar “perfilamiento racial”: detienen a los morenos como posibles sospechosos y punto.
Lo peor es que muchos de los agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) son de origen mexicano y se comportan igual o peor que los oficiales anglosajones.
¿Cómo no van a estar enojados los mexicano-estadunidenses cuando el presidente de su país es un racista que cree que las últimas olas de migrantes a Estados Unidos son una bola de criminales?
No nos equivoquemos. Donald Trump es el que está azuzando a los racistas, que abundan en el país del norte, para discriminar y atacar a los hispanos de piel morena. Es el mandatario que envía al ICE a zonas donde ellos viven y trabajan y que aplaude la deportación incluso de ciudadanos estadunidenses.
Bien por los mexicano-estadunidenses que, ante dicha discriminación, salen a las calles a protestar.
Me encanta que utilicen la bandera de México como símbolo de manifestación de orgullo por sus raíces.
Desgraciadamente, la imagen de una minoría de vándalos que destruye patrullas, pinta automóviles privados o lanza piedras a la vez que ondean la bandera nacional sólo ayuda a la narrativa racista y destructora de Trump. Legitiman el estereotipo del mexicano salvaje que no respeta la ley, que en cualquier momento vandaliza, viola o asesina a la pacífica y trabajadora ciudadanía estadunidense.
Justifica que el presidente envíe a la Guardia Nacional a Los Ángeles para reprimir a los forajidos que enarbolan el lábaro tricolor. Eso, a su vez, inflama aún más los ánimos. Como dijo el gobernador de California, Gavin Newsom, que se opone a la utilización de las Fuerzas Armadas para controlar las manifestaciones angelinas, Trump es el que exacerba la situación con fines políticos.
Tiene toda la razón. Efectivamente, el presidente de Estados Unidos utiliza las peligrosas armas del miedo y el odio en la política.
A los blancos anglosajones les aterra que negros, hispanos y asiáticos vayan ganando presencia poblacional, de tal forma que algún día dejen de ser mayoría y les vayan a hacer a ellos lo que ellos les hicieron a las minorías, es decir, discriminarlos. Odian la idea de que dejen de ser los amos y señores de la tierra que sus antecesores conquistaron. Ese miedo y odio lo explota Trump a la perfección. Escenas como las que vimos en días pasados en Los Ángeles legitiman este chocante discurso.
En México no faltan los que también se suben a este tren de odio por viejos agravios nacionalistas.
Ahí está, por ejemplo, la editorial de ayer de la sección “Rayuela” en La Jornada, el periódico oficial de la 4T: “Dice Trump que ‘Los Ángeles fue invadida y ocupada por inmigrantes indocumentados y criminales’. Y es cierto. Ocurrió en 1848, cuando, con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, los estadunidenses nos robaron la mitad de nuestro territorio”.
¿Qué ganamos los mexicanos con este nacionalismo ramplón? Ponernos al mismo nivel de odios y resentimientos del trumpismo.
Damned beaners, por un lado, pinches gringos, por el otro.
No, los mexicanos no debemos sumarnos a los discursos de odio. Tenemos que apoyar a nuestros paisanos indocumentados que están siendo maltratados en Estados Unidos y sentirnos orgullosos de que las nuevas generaciones de estadunidenses estén utilizando nuestra bandera en señal de protesta por los agravios de una población blanca asustada y provocada por un presidente que no está midiendo las posibles consecuencias.
Todo mi respeto, en este sentido, al gobernador de California, que está siendo la voz de una sociedad que resiste a tragarse el cuento trumpista de los peligros de la migración. Si juega bien sus fichas, Newsom puede acabar siendo la figura nacional en Estados Unidos que presente la visión de la otra parte de la sociedad de ese país: la tolerante, plural, democrática y sensata.
- X: @leozuckermann
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