Bitácora del director

Pascal Beltrán del Río

La relación bilateral está al rojo vivo

Pascal Beltrán del Río

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Ayer le decía que la eventual reunión que sostendrán los presidentes Claudia Sheinbaum y Donald Trump –en Alberta, Canadá, en el marco de la cumbre del G7– sería una de las más observadas de la historia.

Hasta el momento de escribir estas líneas, no había confirmación sobre si se produciría el encuentro. El lunes, Sheinbaum lo calificó como “probable”, aunque dijo que sí es un hecho que ella viajará a Canadá. En Washington, el tema de la bilateral aún no ha aparecido en las conferencias de prensa de la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

Mientras se dilucida el asunto, la relación México-Estados Unidos no ha dejado de calentarse. Seis hechos han contribuido:

Uno, la aparición de banderas mexicanas en las protestas violentas en Los Ángeles, imágenes que el Departamento de Seguridad Interior usó en un par de posteos en X, que acompañó con mensajes como “El orden será restablecido”.

Dos, la afirmación de Kristi Noem, titular de la anterior dependencia, de que Sheinbaum –a quien no llamó presidenta– había incitado las protestas violentas en Los Ángeles, cosa que expresó en el Salón Oval de la Casa Blanca ante el presidente Trump, quien asintió al escucharla, a pesar de que no existió tal inducción por parte de la mandataria mexicana.

Tres, el anuncio por parte de los fiscales que llevan el proceso de Ismael El Mayo Zambada de que el caso entrará en un proceso de negociación, y que, por tanto, se cancela la audiencia ante el juez que tendría lugar el próximo lunes –mismo día de la eventual reunión Sheinbaum-Trump– con el aparente fin de que el fundador del Cártel de Sinaloa aporte información que le permita evitar la pena de muerte (¡y vaya que hay mucho que podría contar!). Procesos de negociación similares con los hermanos Ovidio y Joaquín Guzmán López habían sido condenados por la presidenta Sheinbaum, quien dijo que Estados Unidos debía informar a México al respecto.

Cuatro, una nota de Reuters asegura que Estados Unidos está presionando a México para que detenga y procese a funcionarios relacionados con el crimen organizado y se extradite a aquellos que tengan pendientes con la justicia estadunidense. La información, aparecida ayer –al mismo tiempo que el subsecretario de Estado, Christopher Landau, visitaba Palacio Nacional–, fue desmentida por la Cancillería mexicana, pero no por el Departamento de Estado. La embajada estadunidense en esta capital se limitó a postear en X unos emoticones en forma de aplauso, en respuesta al mensaje que subió la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero sin confirmar ni negar la versión de la agencia.

Cinco, el presidente Trump no ha retirado o matizado la declaración que hizo el 18 de febrero, durante una rueda de prensa en su casa de Florida, en la que dijo que México “está gobernado en gran medida por los cárteles”, ni tampoco la expresión de que el vecino del sur “no ha hecho lo suficiente” contra el crimen organizado, con todo y la entrega de 29 narcos a la Unión Americana ese mismo mes. Dichas posturas han gobernado, en parte, la nueva política comercial estadunidense hacia México, pues Trump impuso un arancel de 25% a los socios norteamericanos de su país, supuestamente por no hacer el esfuerzo requerido para detener el tráfico de fentanilo. La medida, impugnada legalmente ante la Corte de Comercio Internacional de EU, fue sostenida el martes por un tribunal de alzada.

Y seis, hasta ahora han sido infructuosos los esfuerzos de Marcelo Ebrard, secretario de Economía, de convencer a sus contrapartes en Washington de mantener los intercambios entre los dos países en el ámbito del libre comercio que establece el T-MEC. El mejor ejemplo es que, a pesar de que el gobierno estadunidense ha reconocido que no existe un sentido de emergencia en seguridad nacional para aplicar un arancel a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio, éste se mantiene en 50% –aunque las partes están dialogando para exentar a México, con base en el establecimiento de una cuota– con todo y que Estados Unidos tiene superávit en ese ámbito.

Esos seis hechos tienen la relación en un punto crítico, en vísperas de que los presidentes Sheinbaum y Trump pudieran verse las caras por primera vez.

 

 

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