Cuando Lamine Yamal pisa el círculo central, no mira a los defensores ni a sus compañeros. Mira al suelo. Palpa con la suela las características del pasto. Lo arrastra como quien acaricia un arpa. Su precisión comienza ahí: en cómo responde la superficie al primer o. Cristiano Ronaldo hace lo mismo antes de patear un tiro libre: unos pasos hacia atrás, una mirada breve al arco, y otra más larga al césped. Si no calcula cómo se hunde la pelota, la jugada ya comenzó torcida.
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Falta exactamente un año para el inicio del Mundial 2026. Un torneo que será el más grande de la historia: 48 selecciones, 104 partidos, tres países anfitriones, 16 ciudades, cinco estadios techados, más de 50 canchas de entrenamiento, cuatro zonas horarias… miles de millones de ojos mirando... y un solo césped. No uno literal, sino una experiencia uniforme bajo las zapatillas: un campo que no distinga entre el calor húmedo de Miami o la altitud de la Ciudad de México. En otras palabras: que jugar en Toronto o Monterrey se sienta igual en la planta de los pies. Que el toque, el rebote, la pisada, el sprint… sean indistinguibles.
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Para lograrlo, la FIFA emprendió desde 2022 una odisea científica sin precedentes. En una Copa del Mundo en la que se ha hablado de logística, calendarios, sedes y recintos históricos al conjuntar por primera ocasión a tres países (México, Estados Unidos y Canadá), la grama se convirtió en un asunto de Estado. No habrá césped artificial, ni costuras visibles, ni parches improvisados. Apuestan por una alfombra hecha a mano.
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*Gianni Infantino, presidente de FIFA, probando
el pasto que buscan utilizar en el Mundial de 2026.
La misión es que cuando un atleta corra y corte, no importe si juega en Miami, Ciudad de México o Toronto, no debe sentir la diferencia bajo sus pies”, explicó John Sorochan, profesor de ciencias de gestión de césped en la Universidad de Tennessee, uno de los dos científicos que lideran el proyecto. Junto a Trey Rogers, de la Universidad de Michigan State, quienes llevan años cultivando, replicando y estandarizando las condiciones ideales para el terreno de juego mundialista.
ELIMINAR EL EFECTO TRAMPOLÍN
Uno de los principales objetivos que se fijó la FIFA junto con los expertos, fue eliminar el “efecto trampolín” que provocó quejas notables en torneos recientes, como ocurrió en la Copa América 2024 en Estados Unidos. La meta es entregar una superficie que no condicione el juego, sin importar la latitud, el inmueble ni ninguna otra variable.
La pelota rebotará igual y se jugará igual. Aunque se usen diferentes tipos de césped, el rendimiento será idéntico”, señaló Sorochan cuando recibió la visita del presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
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Pero, ¿cómo diseñar un campo idéntico en tres países, con ecosistemas tan dispares como la bahía de San Francisco, el altiplano mexicano o el verano canadiense?
La solución fue tan local como global. Cada sede cuenta con su propio tipo de pasto, adaptado a su clima y altitud, pero desarrollado bajo los mismos estándares de rendimiento: resistencia, densidad, capacidad de drenaje, amortiguación, rebote y temperatura superficial.
En Monterrey, por ejemplo, el césped creció en un vivero a dos horas de la ciudad, aclimatado con precisión quirúrgica a las condiciones del noreste mexicano. Alejandro Hutt, mánager de la sede regiomontana, lo describe así:
Es un pasto nuevo, certificado por FIFA. Además, se instalará un sistema llamado vacuum and ventilation, con serpentines que facilitan drenaje, oxigenación y ventilación. Es una inversión importante, pero será un legado para el estadio y para Rayados”.
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El estadio BBVA, que acogerá cuatro encuentros de la justa del próximo año, recibió una inversión de poco más de siete millones de dólares, la mayor cantidad del dinero se destinó en el cambio de pasto que inició a finales del mes pasado.
PASTO, DEPENDIENDO DE LA GEOGRAFÍA
Los tipos de césped varían según la geografía. En las ciudades más frescas, se usará Kentucky Bluegrass. Para las más elevadas, como la Ciudad de México, se optó por el Kikuyo, resistente y probado en altura.
En Jalisco, donde la FIFA destinó cuatro encuentros mundialistas, las obras en el campo de juego ya iniciaron cumpliendo los mismos estándares.
Se va a instalar un pasto híbrido, natural con sintético para permitir que dure más. El riego viene por abajo, no de arriba en donde se colocaban aspersores, ahora hay un conducto de riego subterráneo que ayuda a cuidar el césped. El estadio de Chivas empezó con pasto sintético, se cambió a pasto natural. El 90 por ciento del pasto para el Mundial es natural y el restante es híbrido, para cumplir con FIFA. Este pasto se queda de por vida para el club Guadalajara, en estos momentos ya se está terminando de levantar todo el pasto anterior”, dijo Juan José Frangie, presidente municipal de Zapopan y coordinador del Mundial en Jalisco.
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TODOS LOS ESTADIOS DEBERÁN TENER PASTO NATURAL
El cambio no es opcional. Todos los estadios, incluidos los techados, deberán instalar césped natural de calidad mundialista. En Estados Unidos, siete inmuebles verán reemplazado su piso artificial por campos naturales transportados en camiones refrigerados.
Los recintos cerrados suponen el mayor reto: replicar la fotosíntesis sin luz solar. En Tennessee, el Centro de Investigación Agrícola de la UT construyó un invernadero de última generación que simula las condiciones lumínicas, térmicas y de circulación de aire de un estadio techado. Allí se cultiva un césped híbrido, donde fibras sintéticas se entretejen con pasto natural sobre bandejas modulares, desmontables y drenables.
Detrás de esa naturalidad hay ingeniería de vanguardia. El equipo de FIFA prueba cada variedad con una máquina llamada fLEX, que simula el impacto del zapato de futbol sobre la superficie. Puede replicar aceleraciones, frenadas y giros con un peso estándar de 75 kilos, el promedio de un jugador de los últimos dos Mundiales.
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Incluso el rebote de la pelota se mide con cámaras de alta velocidad, que detectan microvariaciones en su trayectoria.
Alan Ferguson, gerente senior de gestión de canchas de la FIFA, lo dijo hace unas semanas sin rodeos:
Intentar lograr uniformidad en 16 estadios fantásticos, pero en 16 entornos muy desafiantes, probablemente ha sido el mayor reto para el grupo”.
Cuando el silbato suene el 11 de junio en el Estadio Azteca, no sólo empezará el Mundial 2026, sino el mundo verá el resultado de años de ciencia hechos tierra para que el balón ruede igual en tres países diferentes.
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Foto: Archivo Histórico Excélsior.
MÉXICO 1986… LA HISTORIA SE REPITE TRAS 40 AÑOS
En febrero de 1986, poco menos de tres meses antes de la Inauguración del Mundial de México, el Estadio Azteca fue sometido a varias obras de remodelación que incluyó el cambio de césped.
En una noticia publicada por Excélsior, se atestigua que miles de rollos de pasto fueron transportados de un vivero en el Pedregal al Coloso de Santa Úrsula. Los organizadores también mejoraron los vestuarios y la zona de prensa para ponerlo en condiciones de recibir la justa en la que se terminó consagrando Diego Armando Maradona.
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*mcam
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