
Paradigma
Durante dos décadas el Torneo de tiro deportivo Benito Juárez, creación de Olegario Vázquez Raña en los albores de los 70, se convirtió en modelo de organización y alto nivel de los participantes en una de las competencias más importantes del mundo. En el polígono Vicente Suárez, que sirvió de escenario a los JO de México 68, JP de 1975, JC de 1990, los Campeonatos de Las Américas 1973 y 1977, se realizó el Benito Juárez.
Acaso su idea haya nacido de la experiencia y extensión que vivió pueblo y deporte de México previa a los JO de 1968, cuando fue un acontecimiento extraordinario conocer en persona a los astros del universo olímpico. La radio, los diarios, el cine y la TV en sus balbuceos formaron sonidos de grandeza y más tarde imágenes: Joe Louis, Rocky Marciano, Fausto Coppi, Juan Manuel Fangio, Roger Maris y Mickey Mantle eran ecos lejanos de un mundo de lucha y esfuerzo.
Era un orgullo pertenecer a un México líder en América Latina. Tiempo y circunstancias estimularon el corazón y mente de Olegario en fuego creciente que comunicó y compartió en su entorno. Es difícil recordar cómo en el campo internacional una persona tras ser itida como miembro de una federación internacional, en la reunión de Corea de 1978, haya logrado sólo dos años después, el pleno reconocimiento de la mayoría de los dirigentes de las federaciones nacionales de los cinco continentes, en 1980, y electo presidente de la Federación Internacional de Tiro Deportivo (ISSF), tan sólo dos años.
En 1981 funda la Confederación Africana de Tiro y en 1995 ingresa por aclamación al COI. Trayectoria meteórica en la esfera del tiro, de las FI y del olimpismo. Presidió la ISSF 38 años y le dio un cambio de imagen, poderoso y moderno. Sólo se entiende en una personalidad dueña de gran energía y dinamismo. Tuve el privilegio de conocer a Olegario Vázquez Raña en mi función de comunicador poco antes de los JO del 68; la oportunidad de verlo competir y actuar como dirigente.
Fue un hombre excepcional, constructor, siempre con el deseo de hacer bien las cosas y de hacer el bien a las personas. Nació en el seno de una familia modesta, trabajadora de fuertes principios morales y con ellos se elevó a lo más alto de la sociedad mexicana e internacional.
Algunos elementos de estas líneas los presencié y otros los leí hace tiempo en su autobiografía. Mi vida en el deporte; su obra no sólo es un tesoro de historias, esfuerzos, anécdotas en el que describe y comprende sus vivencias de niño, como deportista, dirigente, empresario, su relación con personajes del olimpismo, realeza y la política internacional de Occidente y Oriente, sino que refleja en sus páginas un canto de amor, armonía y unidad con su familia, con su esposa María de los Ángeles Aldir y sus hijos María de los Ángeles, Mónica y Olegario Vázquez Aldir, quienes lo ayudaron activa y directamente en los diversos campos en los que actuó.
Olegario Vázquez Raña hizo de cada día el más importante de su vida con su familia; a la amistad y al esfuerzo.
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