Pablo Carrillo

Pablo Carrillo
La neurona

Eternos

• Se distinguen por una disciplina draconiana, un cuidado meticuloso de sus rutinas de entrenamiento.

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Hemos sido testigos de una era muy especial en el mundo del deporte, donde las carreras de los grandes parecen extenderse por muchos años, algo que, sencillamente, en el pasado, cuestión del dios Cronos, parecía imposible.

Estamos siendo testigos de las hazañas de Cristiano Ronaldo, que, a sus 40 años, sigue vigente, con un físico imponente, quizá ya no con la velocidad de los 20 o los 30, pero con una capacidad de seguir siendo competitivo al más alto nivel. Será una delicia verlo a sus cuatro décadas compitiendo el próximo domingo ante España en la final de la Liga de Naciones de la UEFA. Es un testimonio fiel de la longevidad deportiva, que es sencillamente asombrosa.

En algo parecido, será inaudito presenciar en una tremenda semifinal del abierto de Francia, en el Roland Garros, al tenista más ganador de la historia, Novak Djokovic, a sus 38 años disputando la posibilidad de acceder a una final más de un torneo de Grand Slam para seguir incrementando su ya inmenso historial ganador.

Nole es un ejemplo de una carrera de más de dos décadas como profesional, para ser exactos, 22 años, siempre brillando con luz propia, siempre brindando un gran espectáculo, producto de su entrega absoluta a cada momento; todo un prodigio de éxito y longevidad deportiva. Pareciera imposible considerarlo como finalista, máxime que estará enfrentando al que hoy es el mejor del mundo, el jovencito italiano Jannik Sinner, que es 15 años menor, que ha pasado mucho menos tiempo en la cancha, en el actual torneo, para llegar hasta la instancia de semifinales, sin embargo, de Nole podemos esperar cualquier cosa. Si bien pareciera estar en el final de su carrera al más alto nivel, sigue siendo un temible adversario, y Sinner tendrá que jugar por nota este día para echarlo del torneo con sede en la Ciudad Luz.

Si analizamos las carreras de los dos grandes y longevos deportistas, estos se distinguen por una disciplina draconiana, un cuidado meticuloso de sus rutinas de entrenamiento, de su alimentación, de su descanso, así como el poder utilizar una serie de herramientas y avances tecnológicos que son las principales razones de verlos al paso del tiempo como inmarcesibles estrellas del deporte.

Si bien el tiempo no perdona, han logrado extender su éxito y legado para las siguientes generaciones con una metodología especial, con una pasión por seguir brindando exhibiciones memorables.

Sencillamente, gracias, señores, por dejarnos tanto a los aficionados al deporte.

Son históricos, ejemplares. ¡Gracias!

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