
Nueva cultura para sanar a México
Pese a la baja votación (apenas unos 13 millones de participantes, pero con unos 3 millones de votos nulos), se ha ratificado que la maquinaria electoral inscrita en torno al partido guinda y sus satélites definirá los equilibrios políticos (por lo menos en el corto plazo).
Armando Ríos Piter
Por una #SociedadHorizontal. Por una #NuevaRepública
El apropiamiento del Poder Judicial por parte del grupo que encabeza AMLO se ha consumado. La “línea” y los “acordeones” cumplieron su propósito; resultaron electos aquellos que fueron “palomeados” por el grupo de poder en turno. Hugo Aguilar Ortiz será el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia. Para evadir críticas por la cargada, la falta de formación de los elegidos y por el sesgo ideológico-partidista que representan, los morenistas proyectaron la llegada —cargada de simbolismo— de un indígena mixteco acompañado por una mayoría de cinco mujeres.
Frente a una ciudadanía adormecida y con potente aval social, una nueva versión de concentración de poder avanza.
Pese a la baja votación (apenas unos 13 millones de participantes, pero con unos 3 millones de votos nulos), se ha ratificado que la maquinaria electoral inscrita en torno al partido guinda y sus satélites definirá los equilibrios políticos (por lo menos en el corto plazo). Se desnudó con nitidez la intención de controlarlo todo. Morena y sus aliados cimientan el camino para preservar el poder. Conforme la nueva autocracia avanza disfrazada de democracia, la libertad y la justicia van a la baja.
¿Qué sigue ahora? En este difícil contexto, no hay que ser ingenuos. Seguramente en fechas próximas veremos la intención de modificar las leyes electorales. Es altamente probable que propuestas como suprimir a los legisladores plurinominales —que ya han sido comentados por la actual mandataria— cobren fuerza nuevamente. En paralelo, la sombra de controlar la difusión de contenidos y manipular plataformas digitales, temas incluidos en la llamada #LeyCensura, se mantiene presente.
¿Habrá nuevos partidos? Difícilmente. La maquinaria institucional ha apostado a concentrar el poder de forma absoluta. Es altamente probable que impidan el registro de algo que cambie el estado actual de cosas.
Estoy convencido de que el viejo sistema político que tuvimos exhaló su último aliento la semana pasada. No obstante, ¿es éste el fin de nuestra historia democrática? No lo creo.
¿Hay espacio para el optimismo? Sí.
¿Qué es lo que debe hacer la sociedad que no está conforme con el guion aquí descrito? Organizarse de manera diferente. Más allá de la narrativa y el discurso oficial, es altamente probable que los cambios al Poder Judicial no se traduzcan en una mejor impartición de justicia. No obstante, la falta de efectividad que históricamente se ha tenido en este ámbito, la incapacidad para escuchar las voces de millones de personas para darles atención y respuesta a sus necesidades cotidianas de justicia, así como la apatía de la clase gobernante, que durante muchos años ignoró mejorar este ámbito, han permitido que unos cuantos se aprovechen.
La realidad que hoy experimentamos, es el resultado de muchas décadas de inercia en los que la cultura política, social y económica ha descansado en valores profundamente distorsionados: 1) el caudillismo como expresión de liderazgo; 2) los cacicazgos regionales; 3) el clientelismo y 4) la “cargada” como expresión de articulación social; 5) el “chanchullo” como base para los acuerdos y coaliciones; 6) el “chayote”, como referente de información y expresión social. Tendremos una democracia real sólo si cambiamos esto.
Hay espacio para ser optimistas, pues las herramientas para que la sociedad pueda informarse, comunicarse, dialogar, consensar y articularse son las más potentes que han existido en la historia de la humanidad. Es por esta razón que el enfoque debe ser en modificar la ética pública que hasta hoy ha imperado.
La nueva organización ciudadana no debe enfocarse exclusivamente en ganar el poder electoralmente. Por encima de este objetivo, debe anteponerse la articulación de nuevos liderazgos de base y estrategias comunitarias que modifiquen de raíz la cultura imperante. Habrá que poner especial énfasis en:
a) Reencontrar nuestra esencia y raíz como nación. Hacer una profunda revisión de nuestra historia y reencontrarnos con la esencia luminosa que una vez fuimos.
b) Sanar las relaciones interpersonales. Hacer a un lado el pleito y la diatriba para atender las causas profundas del malestar. “Ponernos en los zapatos del otro” y entender la “compasión”, como la base para la cocreación del México que viene.
c) Configurar nuevas relaciones humanas entre trabajadores y empleadores que pongan a las unidades económicas como eje central del modelo de convivencia nacional.
Invito a pensar que, con la votación de la semana pasada, se dio el banderazo para que la #SociedadHorizontal inicie la verdadera construcción de una #NuevaRepública.
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